miércoles, 13 de febrero de 2013


La habitación se mantuvo vacía. Con un suspiro de derrota, volví hacia la puerta y la abrí. Necesitaba dejar de jugar con lo sobrenatural y arreglarme.

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—¡Vaaaaamos PIRATAS! —Miranda anima altísimo desde su asiento a mi lado. Íbamos ganando por dos touchdowns y la multitud comenzó a celebrar locamente. Al juego solo le faltaban cuatro minutos para terminar y no había visto a Justin por ningún lado. Aparentemente, Kendra no lo había visto tampoco, ya la había estado observando mientras animaba en el campo de futbol. Seguía buscando entre la multitud, por él. Por supuesto, sus razones de querer verlo eran completamente distintas a las mías. Sin mencionar el hecho de que las de ella no eran ni de cerca tan importantes.

Con cada ceño en su rostro, supe que no había visto al elusivo Justin Bieber.

Necesitaba encontrarlo antes que el juego terminara. Salir con Leif a celebrar la victoria más tarde sería obstaculizado por las preguntas sin respuestas en mi cabeza.

—¿Podrías dejar de buscar en la multitud a la estrella de rock y mirar a tu novio? —Siseó Miranda en mi oído. Debía haber sabido que me descubriría.

Fruncí el ceño. —No estoy buscando a la estrella de rock. El fútbol simplemente me aburre.

Miranda rió y rodó sus ojos. —Solo tú saldrías con el mariscal ardiente y luego admitirías que te aburre el fútbol.

Me encogí de hombros y luego volví mi atención a la acción que ocurría en el campo. En el momento en que mis ojos se fijaron en Kendra, vi como su rostro se iluminaba mientras veía a alguien abajo en las gradas. No podía verlo desde donde me encontraba, pero sabía que había llegado. Esa sería la única razón por la que Kendra cambiaría su irritada expresión por una de encanto total.

Miré hacia Miranda y Wyatt, quienes se encontraban observando el juego. La expresión de Kendra no era algo a lo que prestaban atención.

Busqué mi bolso. —Voy a comprar algo de tomar, ¿Quieren algo? — Pregunté, deseando que dijeran que no. No quería ser apresurada. Necesitaba encontrarme a solas con Justin y obtener algunas respuestas.

—No, el juego ya casi termina y vamos al Grill a celebrar. Podemos tomar algo allí.

Deslicé mi bolso sobre mi hombro. —Tengo sed ahora. Nos vemos en el campo cuando todo esto termine. —Miranda busca a mí alrededor por entre la multitud. No tenía que preguntar para saber que buscaba a Justin. Por suerte, él no se había aparecido a la vista.

Miranda me miró nuevamente y se encogió de hombros.

—De acuerdo —Me giré y caminé rápidamente antes de que viera a Justin o decidiera que quería algo de la tienda.

Justin se encontraba de pie mirando el juego en el campo con los brazos cruzados, como si estuviese aburrido. Sus ojos se encontraron con los míos en el momento en que aparecí por la esquina. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. No tenía tiempo para lidiar con sus astutos comentarios sobre yo queriendo encontrarlo.

—Necesito hablar contigo a solas, ahora. —dije susurrando mientras pasaba a su lado y me dirigía hacia el oscuro estacionamiento. No me giré para ver si me seguía. Podía sentir su presencia. Una vez supe que nos encontrábamos fuera de la vista de todos, me giré para mirarlo.

—¿Quién es ella? —Pregunté.

Justin frunció el ceño.

—Se más específica, por favor.

Suspiré y cerré los ojos contra la distracción que su voz siempre me significaba. Costaba concentrarme, viéndolo a la luz de la luna.

—El alma que vino a mi casa y me tocó y habló conmigo. Me dijo “está fijado” dos veces.

Justin se tensó visiblemente y se acercó a mí.

—¿Qué? —Preguntó con expresión sorprendida en su rostro.

—Un alma vino a mi casa. Me tocó y habló conmigo. Las almas nunca me hablaban, antes de que llegaras. Incluso entró a mi habitación. — Murmuré, con miedo de que alguien pudiese escucharme.

—¿Dijo “está fijado”? —Preguntó, con voz tensa. Podía darme cuenta que trataba de controlar su temperamento, simplemente, no sabía por qué se molesto. Asentí, mirándolo de cerca.

Caminó más dentro en la oscuridad y luego subió su mirada enojada al cielo.

—No jodas conmigo. —dijo en voz alta y fuerte. Retrocedí, sin estar segura de a qué le gritaba. Se quedó de pie con la espalda hacia mí, tomando profundas bocanadas de aire, y esperé, deseando no haberlo traído sola aquí en la oscuridad.

Lentamente se giró. Incluso en la oscuridad, claramente podía ver sus ojos mieles.

—Voy a estar vigilando. —Su voz sonaba aún más intensa que antes.

Di un paso atrás, aterrorizada por el creciente brillo en sus ojos, saliendo desde la profundidad de su pecho.

— Si se acerca a ti, o cualquier otra… alma se acerca a ti, adviérteles que vas a decirme. ¿Entiendes? —Me encontraba asustada. No de Justin, pero de… algo.

—¿Quién es ella? —Pregunté de nuevo.

En su rostro se reflejó una mirada torturada antes de girarse lejos de
mí.

—Alguien que ha venido a corregir algo malo.

Caminé más cerca de él, necesitando saber más, pero sacudió su cabeza en protesta y luego desapareció. Me quedé de pie, sola en el estacionamiento. Debido a los recientes acontecimientos, no me gustaba estar aquí afuera, sola. Aun sabiendo que Justin se encontraba lo suficientemente cerca, que vendría si lo llamaba. Las celebraciones se escuchaban desde el campo, señalando que el juego había terminado.

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