lunes, 4 de febrero de 2013

CAPITULO 5 1/2


Capítulo 5


Leif no se presentó ayer por la noche para terminar su discurso y debía darlo hoy. No presentarse no era común en él. Cuanto más tarde se hacía, sin una llamada de él, más enojada me ponía. Al final, terminé el discurso por mi cuenta y lo imprimí. En el fondo, creía que tendría una buena excusa y dejar que él tuviera una mala calificación me había parecido cruel. Metí la mano en mi bolso para sacar su discurso mientras caminaba por el pasillo. Sólo esperaba que cuando lo encontrara y le entregara el documento, tuviera una excusa legítima para la última noche. Admitirme a mí misma que necesitaba que él tuviera una excusa, realmente buena, no había sido fácil. Me permití preocuparme demasiado por Leif.

—Oye, chica, ¿Qué pasa? Te echo de menos.

Miranda deslizó su brazo alrededor de mi cintura y apoyó la cabeza en mi hombro. La echaba de menos también. El año pasado, cuando Wyatt y ella habían estado saliendo yo había estado con Jay. No me había hecho sentir aislada de mis amigos cuando se habían convertido en un elemento. Conmigo estando soltera y ellos dos siendo una pareja, seríamos un trío y no pude evitar sentirme como la tercera rueda.

—También te extraño. Tenemos que salir juntas una noche. Tal vez una noche de chicas. —Sugerí, mientras buscaba a Leif, a través de la multitud de estudiantes que se acumulan en el pasillo.

—¡Eso suena maravilloso! Vamos a planearlo para hacerlo una noche de este fin de semana. —Hizo una pausa y frunció el ceño— ¿O tal vez la próxima semana? —El gesto característico era prueba suficiente de que odiaba decirme que estaba ocupada.

Me encogí de hombros y esbocé una sonrisa forzada. —No te preocupes. Cuando tengas tiempo. —Miré por el pasillo y esta vez logré obtener una visión de Leif en su casillero. Su espalda hacia el pasillo lleno de gente. Me volví de nuevo a Miranda— Tengo que darle esto a Leif. Me pondré al día contigo, en el almuerzo.

La multitud parecía diluirse cuando llegué al final de los casilleros. Una vez que me abrí paso entre el último grupo de estudiantes que se interponían entre nosotros, noté a Kendra apoyada en su casillero, sonriéndole. Pensé en dar la vuelta, porque no quería entregarle esto delante de ella, cuando recordé que iba a Discurso en el primer período. Reduje la velocidad y me detuve detrás de él.

Cuando me acerqué para tocarle el hombro, Kendra se estiró y pasó sus dedos por el cabello de Leif. Era repugnante de ver. Era un buen chico y ella era pura maldad.

—¿Estás seguro que venir ayer por la noche no fue una gran cosa? No
me gustaría echar a perder las cosas entre tu novia y tú. —Susurró ella.

—Sabes que ella no es mi novia, Kendra. Deja de llamarla así.
Comenzarás rumores. —Su voz sonaba molesta.

¿La idea de que alguien pudiera pensar que le gustaba era tan repulsiva para él? Un nudo enfermizo se formó en mi estómago y empecé a girarme y salir antes de que me notara.

—Pasas mucho tiempo en su casa y siempre está mirándote.

—Ella es mi tutora y no, no me está mirando. Solo estás siendo paranoica cuando no tienes razón para serlo.

Aseguro mi mano vacía en un puño pensando en todas las veces que me había engañado, haciéndome creer que era un buen tipo. Era tan malo y calculador como Kendra. ¿Era siquiera adoptado o eso había sido una gran mentira elaborada para conseguir que sintiera pena por él? De hecho, había convencido a mi estú.pida yo, de que Leif podía ser material para una potencial relación. La próxima vez que vino a mi mesa en el almuerzo y me preguntó si iba a ir a su juego, había intentado decir que sí y ver si eso llevaba donde Wyatt había creído que nos conducía.

—¿Estás seguro de que sabe que no es tu novia? Porque parece que te está acechando. —Kendra ronroneó.

Me giré de nuevo odiando el calor que sentía en mis mejillas. Mi cara era probablemente de color rojo brillante.

—Oh, eh, __(tn). Iba a ir a buscarte y explicarte lo de anoche. —Asentí con la cabeza, sin querer discutir esto después de todo lo que había oído y le
entregué el papel.

—Pensé que podrías necesitar esto.

Se quedó mirando el papel en mi mano antes de alcanzarlo y tomarlo. Me giré para alejarme.

—Espera, iba a llamarte ayer por la noche. Simplemente estuve atado. Gracias. —dijo levantando el papel.

Kendra pasó un brazo dentro del suyo y le sonrió dulcemente. —Eso no es cierto, Leif, nunca te he atado. —Luego dirigió su mirada hacia mí y me dio una sonrisa de triunfo.

Mientras me había sentado hasta tarde terminando su discurso, él había estado con Kendra. ¿Cuán estú.pida puedo ser? Perdí mi tiempo escribiendo un discurso para alguien que creía que necesitaba mi ayuda, todo este tiempo pensando que era un buen tipo; que podría, posiblemente, gustarme realmente. Tal vez no lo había juzgado tan injustamente antes. Tal vez Leif se ajustaba a la descripción que me había hecho de él todos estos años. Me dolió saber que el chico que había construido, era una ilusión. Que había hecho el ridículo, por permanecer levantada y escribir el discurso para él. Me hizo quedar como una de sus groupies enamoradas.

Me las arreglé para conseguir abrir mi casillero y encontrar los libros que necesitaba para la primera clase a través de mi nube de ira. Me detuve, cerré los ojos y respiré hondo. Acababa de aprender una lección y no tenía que olvidarla. Dos lágrimas se escaparon y rápidamente las sequé antes de cerrar la puerta de mi casillero. Ahora me había hecho llorar. Perfecto.

—__(tn).

¡Mi.er.da! Había venido por mí. No podía dejar que me viera llorando.
Humillación no sería una palabra lo suficientemente fuerte para lo que yo
sentiría si Leif sabía que había derramado una lágrima por esto. Me obligué a poner una expresión indiferente en mi cara y me di la vuelta.

—¿Sí?

Parecía molesto. Deseé poder convencerme de su sinceridad.

—Mira, acerca de anoche, realmente lo siento mucho. No había esperado que terminaras el discurso para mí. Metí la pata y me iba a llevar la mala nota. Debí haber llamado, pero…

Negué con la cabeza para detenerlo.

—No es gran cosa. Sin embargo, ¿A partir de ahora podrías por favor hacerme saber por adelantado cuando no serás capaz de llegar a la hora señalada para tu sesión? Ahora, si me disculpas. —Di un paso en torno a él y me dirigí a clases.

—__(tn), espera, por favor.

Me detuve y consideré decirle que se fuera al infierno, pero decidí no
hacerlo antes de volverme hacia él.

—¿Qué?

—Iba a ir y Kendra llamó.

Negué con la cabeza. —No me importa. Sólo llama la próxima vez, por
favor.

Me di vuelta y me dirigí a mi clase, pero cuando llegué, no dejé de caminar. Entrar en un aula tarde, con los ojos de todos en mí, no me parecía posible en ese momento.

Abrí la puerta principal de la escuela y salí. Normalmente no me ponía así por cualquier persona. Hoy había cometido el error de hacerlo y me quemé. Sólo quería ir a casa. Podía tratar con mi orgullo herido sola.

—No te vayas. Él no vale la pena.

La voz profunda y familiar sonaba como si estuviera suplicando. Caminaba a mi lado. Su rostro tenso y la sonrisa burlona a la que me acostumbre, no estaba.

—No me quiero quedar. Estoy enojada y sólo me quiero ir.

—Por favor, __(tn), no entres en tu coche. Vuelve adentro. Olvídate del niño estú.pido y disfruta el resto de tu día. No permitas que algo que ese idi.ota hizo te ponga así.

Me detuve y lo miré.

—¿Por qué te importa si me voy? ¿Eres el nuevo monitor del pasillo y me perdí la nota de aviso?

Su ceño se profundizó. —Estoy rogándote que vuelvas a la escuela.

—¿Por qué?

Pasó su mano por su cabello claro y sedoso y gruñó con frustración.

—¿Tienes que cuestionar todo? ¿No puedes escuchar, por una vez?

Eso fue todo. Había tenido más que suficiente para un día. En primer lugar, Leif demuestra que es un im.bécil  y luego, el alma que no me dejará sola, decide enfadarse conmigo.

—Me voy de aquí. No puedes detenerme. No tengo que escucharte. Si no tienes una buena excusa, entonces no hay razón para que me quede.

Giré sobre la punta de mis pies y salí hacia mi coche. Los chicos eran molestos, vivos o muertos, no parecía importar.

Rápidamente me subí al coche y me centré en salir del estacionamiento de la escuela. No quería que nadie me viera y me reportara antes de que pudiera salir de aquí. No podía creer que en realidad hubiera derramado una lágrima por esto. El llanto no era lo mío. Tenía que haber sido la humillación. No estoy acostumbrada a eso y obviamente, no sabía cómo tratar ante la situación.

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