lunes, 4 de febrero de 2013

CAPITULO 3


Capítulo 3


Estaba de pie en mi sala, frustrada por perder el control de la situación en mi encuentro con Leif. Había ido a la biblioteca preparada para cumplir con nuestra tutoría programada e incluso había hecho notas en el libro de mano que el Sr. Yokley les dio a todos los tutores. Me encontraba en el problema de crear un programa para usar con Leif, haciendo notas de los días y horas de nuestras sesiones. Escribí instrucciones para él, sobre qué llevar y cómo tomar notas en clase. Todo parecía tan cortante y seco.

Aun así, nada salió como se planeaba. No había tomado en consideración que estudiar con Leif en el último periodo sería imposible dado que todos los jugadores de fútbol americano debían reportarse en el campo en el último período. Tampoco había pensado en sus prácticas de la tarde y en el trabajo en la tienda de surf de su tío al atardecer. El timbre sonó antes de que pudiera enojarme más por que nada iba en la forma en que lo había planeado. No pude quitarme la irritación mientas abría la puerta.

Leif sonrió compungido. —Realmente lo siento sobre esto. Me siento mal por que tengas que trabajar de acuerdo a mi agenda. Sé que a las siete es tarde y bueno, lo siento.
 La indignación que me había arreglado para sentir mientras pensaba en tener que trabajar alrededor de Leif, se evaporó. Parecía sincero y un poco nervioso. Esta no era la forma en que esperaba que actuara. ¿Dónde estaba su arrogancia? ¿Siempre era tan amable? Seguramente no. El tipo había salido con la perversa bruja de la costa sureña por dos años. Di un paso atrás para dejarlo entrar.

—Está bien. Pasa y siéntate en la mesa, traeré algo para beber. ¿Te gusta la cerveza sin alcohol? —pregunté, caminando hacia el refrigerador, así no tendría que mirarlo.
 —Eso es genial, gracias.

Me tomé mi tiempo, sacando las sodas del refrigerador y abriéndolas antes de caminar de regreso a la mesa de la cocina. Esta sería la primera vez que había hablado realmente con Leif más allá de las breves conversaciones de ayer y hoy.

—Traje el programa de clase y todo lo que se espera en este curso. Tengo una semana antes de que el primer discurso sea dicho y necesita ser sobre algo en lo que me sienta entusiasmado.
 Muy bien. Era una tutora. Podía hacer esto. Él era sólo otro estudiante que necesitaba mi ayuda. —Así que, necesitamos decidir qué te apasiona. —Se rió entre dientes y levanté la vista— ¿Qué? —pregunté cuando vi su expresión divertida.

—¿Qué me apasiona?

Rodé mis ojos y sostuve el programa de estudios. —Ya sabes, algo con lo que te sientas fuerte. Como tu propósito o base.

Asintió con su risa divertida aún en su lugar. —Apasiona, me gusta eso. Pensemos en algo que me apasiona.
 Esto no debería tomarle mucho para darse cuenta. Algún tema relacionado con el fútbol americano o problemas en el deporte tenía que estar dando vueltas en su cabeza.

Estiré la mano para abrir la portátil. —¿Tienes alguna idea? —pregunté.

Aparentaba estar muy compenetrado en su pensamiento. Me sorprendió un poco. ¿Cuán compenetrado puede volverse uno si se trata de futbol americano? —La importancia de la adopción.

Comencé a escribir su respuesta mientras sus palabras lentamente se hundieron.
 ¿Adopción? ¿Quería escribir sobre adopción? —Muy bien. —repliqué preguntándome si iba a explicar con detalles por qué quería discutir esto. Estuve completamente de acuerdo con él, pero, ¿Cómo podía el Sr. Popular estar apasionado sobre algo tan importante?

Estudiaba el bolígrafo en su mano y lo deslizaba hacia atrás y hacia adelante entre sus dedos. Podía decir que decidía cómo explicarme por qué quería hablar sobre adopción. Así que me las arregle para mantener mi boca cerrada y esperar. Finalmente me miró.

—Fui adoptado después de vivir en hogares de acogida por cinco años. Ya no tenía la esperanza de pertenecer a una familia, para el momento en que cumplí nueve porque la mayoría de la gente quiere bebés. Se me dio una oportunidad con la que la mayoría de los huérfanos de nueve años sólo sueñan.

Si él simplemente me hubiera hablado en un fluido chino no hubiera estado más sorprendida. ¿Adoptado? ¿Leif? ¿En serio? —Oh, wau, no tenía idea. Yo, uh, puedo ver por qué este sería un tema importante para ti. —Cuando había dicho que no conocía a Leif, no me había dado cuenta cuán precisas eran mis palabras. El pequeño niño en un hogar de acogida sin padres y una dificultad de aprendizaje no parecían encajar con el tipo que caminaba por los pasillos de Harbor High como el rey actual. Las cosas acerca de Leif que me desagradaban ahora parecían logros impresionantes. ¿Era posible que lo haya etiquetado incorrectamente? Los atletas superficiales no superaban la adversidad ni lograban las cosas que Leif había logrado. Lo había catalogado, sin siquiera conocerlo. La única idi.ota en la habitación resultó ser la elitista y prejuiciosa mujer. Yo.

—Escuchaste la parte donde soy adoptado, ¿Verdad? —Su voz rompió mis pensamientos y lo miré confundida. Una sonrisa tiró de sus labios—. Te ves muy perturbada. Pensé que quizás te perdiste el final feliz.

—Lo siento. Es sólo, bueno, no esperaba eso. Me sorprendiste un poco.

Se inclinó hacia atrás en su silla. —Me parece que tienes un montón de ideas en lo que a mi respecta. Seguro pensaste mucho en alguien que no te gusta demasiado.

Mi rostro se calentó y sabía que me sonrojaba. —¿Quién sabe, __(tn)? Quizás te guste antes de que termine esto.

* * *

Nos tomó tres noches consecutivas de tutoría tener su discurso listo. También me tomó sólo tres noches darme cuenta que realmente me gustaba el mariscal estrella de Habor High. Leif no era nada parecido a como siempre lo había asumido. Aún me sentía culpable por el estereotipo en que lo había ubicado. Sin embargo, aunque estábamos pasando dos horas juntos cada atardecer, nada cambió en la escuela. A pesar de que Leif sonreía y asentía cuando nos cruzábamos en el pasillo, no llevábamos la fácil amistad que parecíamos tener durante las tutorías, a la vida diaria en la escuela.

****

—Wyatt y yo estuvimos hablando un poco y me pidió ir al Baile de Bienvenida. Eso significa que tendrás que buscar una cita y venir también. Sé que planeamos ir al cine esa noche pero buenoooo…

Miranda sacudió sus pestañas hacia mí a través de la mesa. —Estoy encantada de que Wyatt y tú hayan vuelto. Odiaba que estuvieran enojados.

—Yo también. Apestaba, ¿No? —intervino Wyatt, mientras tomaba asiento al lado de Miranda. Ella se inclinó sobre él y de repente, me sentí un poco dejada de lado.

—Y __(tn) necesita una cita para el baile. No podemos ir sin ella. —dijo Miranda sonriéndole a Wyatt.

—Estoy bastante seguro de que __(tn) puede conseguir una cita si quiere una —Mordió su hamburguesa. Sabía que intentaba hacer lo posible para frenar las ideas de emparejarme que tenía Miranda. Le di una sonrisa agradecida.

—Realmente no hay nadie con quien quiera ir.

Esto era una mentira y lo sabía. Me obligué a no mirar la mesa de Leif porque hacerlo me delataría de inmediato. Wyatt, sin embargo, miró hacia la mesa de Leif y luego a mí con una sonrisa burlona. Por suerte, Miranda se perdió su sutil insinuación y Wyatt decidió no verbalizar sus pensamientos. Miranda, enterándose de mi interés por Leif, era la última cosa que necesitaba.

—Pero no será divertido sin ti. —Miranda hizo un puchero. Tomé otro trago de mi té. No quería discutir con ella sobre esto— Vamos, __(tn), han sido seis meses desde que Jay se fue. Lo extrañamos también, pero él se mudó. Necesitas tener citas de nuevo.

Era la primera vez que la mención de mi antiguo novio no me ponía triste. Había comenzado a salir con él en mi noveno grado y él había sido un alumno de décimo primer año. Después de la graduación este pasado Mayo se fue a la Universidad y sus padres se mudaron a otro estado. Ambos acordamos que una relación a distancia sería muy difícil y rompimos. Al principio, había estado perdida. Había asumido que debía ser el corazón roto. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que extrañaba la comodidad de nuestra relación. En el fondo, habíamos sido sólo muy buenos amigos. Nos gustaban las mismas cosas y nos preocupábamos por lo mismo.

—No es por Jay. No he conocido a nadie que me interese.

La sonrisa de Wyatt se hizo más grande mientras le daba otro mordisco a su hamburguesa. Si él no fuera cuidadoso le estrangularía esa sonrisa ton.ta de la cara. Miranda hizo una mueca de desagrado. —Es una lástima que pases cada noche con Leif y que ni siquiera te guste. Simplemente no lo entiendo.

Wyatt levantó las cejas hacia ella y frunció el ceño. —¿Qué estás diciendo, Miranda?

Ella frunció los labios y trató de parecer seria. —Oh, basta, Wyatt, sabes que te amo. —Él se agachó y le dio un beso en los labios antes de regresar a su comida. Ella volvió su atención a mí, con una sonrisa ton.ta en la cara y quise reír—. Sólo estoy diciendo que si pudieras ver más allá de tu desagrado hacia él, sería una gran oportunidad.

Pensé por un minuto acerca de seguir dejándola creer que realmente no me gustaba Leif. De alguna manera me parecía injusto con él. No se merecía mi disgusto y dejar que otros creyeran que no me gustaba era incorrecto.

—No me desagrada Leif. No es como yo pensaba. Me equivocaba acerca de él. Sin embargo, tampoco estoy caliente por él. —Miré a mi bandeja con un poco de miedo de que Miranda pudiera haber conseguido leer entre líneas, pero, en cambio, parecía un ciervo encandilado por los faros. Ella no se enfocaba en mí, su mirada se centraba en algo o alguien detrás de mí.

—Bueno, me alegra saber que no estás caliente por mí. Una preocupación menos en mi mente.

Cerré mis ojos con fuerza, esperando sólo haber imaginado la voz de Leif.

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