miércoles, 13 de febrero de 2013


Capítulo 7


Me quedé en el hospital durante una semana entera. Cada noche, me dormía al suave rasgueo de una guitarra. Cuando me despertaba en mitad de la noche, nunca era una habitación de hospital vacía, si la oscura y misteriosa alma se había quedado. Él se sentaba en las sombras y tocaba una nana que decidí que me pertenecía.

Cada día, Leif venía inmediatamente después de su práctica de fútbol con la comida que le había pedido de contrabando dentro de su chaqueta de cuero. Trabajábamos en su tarea, y luego veíamos televisión y comíamos lo que había traído. Estar con Leif me hacía sonreír. Amaba cada momento que pasábamos juntos. Sin embargo, en la noche cuando el alma se sentaba en mi habitación y tocaba para mí, la música parecía llenar los lugares solitarios. Tenía una necesidad por el alma que no entendía. Mi deseo por él me asustaba y me fascinaba. Mi última noche en el hospital su voz se unió al rasgueo de la guitarra. Le puso letra a mi nana:

La vida que recorro uniendo las manos me hace tomar cosas que no entiendo.

Camino este oscuro mundo desconocido que tienen por verdadero, olvidando el que conocí una vez, hasta ti.

La vida que recorro eternamente era todo lo que sabía.
Nada más me retenía aquí en esta tierra,
Hasta ti.

Siento el dolor de cada corazón que tomo
Siento el deseo de remplazar todo lo que he llegado a odiar.

La oscuridad me abraza, pero la luz aún dibuja mi alma vacía.

El vacío en el que solía usar dolor, para llenar el agujero
ya no me controla, ya no me llama.

Gracias a ti.

A medida que mis párpados caían, y el sueño se apoderaba de mí, mi corazón sufría por el dolor en sus palabras. Eran palabras que sabía que significaban más para él, que lo que yo comprendía. La canción con la que él había llenado mis noches, era mucho más profunda que todo lo que había conocido.

****

Miranda corrió hacia mí en el momento en que Leif abrió la puerta delantera de la escuela y la mantuvo mientras yo caminaba al interior. La emoción en su rostro hizo que sus ojos marrones brillaran. Sonreí, esperando que me explicara la causa de su alegre comportamiento una mañana de lunes. Mi vuelta a la escuela no causaría esta respuesta.
Se detuvo y miró a Leif. Él se aclaró la garganta.

—Um, te veré en unos minutos. —Se excusó con una sonrisa y se dirigió hacia mi casillero para llevar mis libros.

—Está bien, se ha ido. Ahora, dime qué te tiene de tan buen espíritu esta mañana.

Entrelazó su brazo con el mío y se acercó a mi oído.

—Justin Bieber está aquí. En nuestra escuela. Inscrito en nuestra escuela. ¿Puedes creerlo? Quiero decir, sé que él fue a una escuela secundaria en Mobile, Alabama, hasta el año pasado cuando su banda consiguió un hit y comenzó a tocar en todos los Estados Unidos en lugar de sólo en el suroeste. ¡Puedes creer que está aquí! ¿En nuestra escuela? Supongo que si tenía que volver a la escuela secundaria, nuestro pequeño y
pintoresco pueblo costero es preferible a algún lugar de Alabama. Pero aun así, no puedo creer esto.

No pude evitar sonreír ante la emoción de Miranda, incluso aunque no tenía idea de quién era Justin Bieber. Nunca había oído hablar de él o de su banda antes. Seguí la vertiginosa expresión de Miranda, cuando mis ojos se encontraron con el alma. Anoche había combatido el sueño para ver si aparecía en mi dormitorio y me cantaba para dormir. No había venido. Verlo ahora me hizo querer dar un suspiro de alivio.

La idea de que podía no volver a verlo otra vez, me había asustado. Le sonreí sabiendo que debía actuar como si él no estuviera allí pero no podía.

En algún lugar del camino había llegado a confiar en su presencia. Sus ojos mieles estaban satisfechos y menos encantadores de lo que recordaba.

Quería caminar hacia él y decir algo, pero no podía en esta sala llena de gente. Él asintió con la cabeza como respondiendo a una pregunta, pero sus ojos no dejaron los míos. Una sonrisa tensa se formó en su rostro, sustituyendo la sonrisa de satisfacción que yo había recibido. Entonces, como a cámara lenta, dirigió su atención a la chica rubia, a su lado, riéndose y sosteniendo una revista y un bolígrafo para que él lo tomara.

Observé, como perdida en un extraño sueño, cómo él sonrió y asintió con la cabeza al oír las palabras de la chica. Él firmó la revista que ella empujó en sus manos y se la devolvió. Oí a Miranda diciendo algo a mi lado, pero sonaba como si estuviera a kilómetros de distancia. Algo no iba bien. Di un paso hacia él, incapaz de mirar hacia otro lado. Me sonrió, con su sexy sonrisa torcida que producía un perfecto hoyuelo. De repente, su sonrisa parecía de disculpa mientras, una vez más, se volvía hacia mí y tomaba algo de las manos de otra chica y firmaba en ello. Me quedé inmóvil, tratando de procesar lo que mis ojos veían.

—Está bien, __(tn), vas a tener que salir de esto. Leif está viniendo y si nota que estás mirando a Justin Bieber como si quisieras devorarlo, va a ser un problema.

Quité los ojos del alma y contemplé a mi amiga. —¿Qué? —Me las arreglé para preguntar a través de las preguntas pululando en mi cabeza.

Miranda sonrió y negó con la cabeza.

—Por Dios, chica, estás peor que yo. Por lo menos yo no me di un golpe cuando lo vi en la oficina más temprano. Por supuesto, él no parecía realmente preocupado por tu reacción. Lo que es una buena cosa, teniendo en cuenta que puedes parecer un poco acosadora.

Negué con la cabeza sin comprender.

—¿Qué? —Pregunté de nuevo.

—Descubrí la gran noticia. —dijo Leif, detrás de mí, y yo sabía que tenía que voltearme para mirarlo, pero, justo ahora, no podía. Todo el mundo podía ver el alma. Nada tenía sentido. Cerré los ojos y respiré hondo y después los abrí para notar que Miranda me miraba, con una expresión divertida en su rostro.

—¿Lo ves a él? —Pregunté en un susurro. Su mirada parpadeó con cautela detrás de mí, donde sabía que Leif estaba de pie, y luego se lanzó hacia donde se encontraba el alma.

Una vez que sus ojos volvieron a los míos, asintió lentamente con la cabeza.

—Um, sí, pero ¿De qué “él” estamos hablando? —Preguntó en un susurro. Miré rápidamente hacia el lugar donde el alma todavía hablaba a los estudiantes y firmando cosas. Miranda se acercó a mi oído— Eso es Justin Bieber, todo el mundo lo ve ¿Tomaste algunos medicamentos para el dolor importantes esta mañana? Porque estás actuando de manera extraña.

Justin Bieber. El alma, mi alma ¿Era “Justin Bieber” el cantante? Una mano se posó en mi hombro y me volví poco a poco para enfrentar a Leif. Su preocupado ceño fruncido era idéntico al de Miranda. Negué con la cabeza para despejarme y forcé una sonrisa.

—Mamá me hizo tomar algunas de mis pastillas esta mañana y creo que están jugando con mi cabeza. —Mentí, aferrándome a la excusa que Miranda me había dado. Leif sonrió y deslizó su brazo protector alrededor de mis hombros.

—Ah, bueno, yo cuidaré de ti. Vamos, vamos a tu primera clase. Ya tengo tus libros. —Caminé al lado de Leif, aliviada, pero aún decepcionada de no estar caminando al lado del alma. Me quedé esperando para ver si me despertaba de esa sensación de sueño extraño y escuchaba el alma tocando suavemente en mi habitación.

Llegué a Literatura Inglesa antes de darme cuenta de que Leif había estado guiándome a la misma. Él me dio la vuelta para mirarlo de frente.

—Si me necesitas, mándame un mensaje de texto y estaré aquí en un segundo, ¿De acuerdo? —Asentí con la cabeza y me dio un beso rápido antes de volverse y me dejó en la puerta de mi salón de clases. Entré, luchando contra la necesidad de volver atrás y ver la multitud de personas alrededor del alma, a quien llamaban Justin Bieber. Me senté en el primer pupitre al volver en mí y empecé a abrir mi libro, cuando un cálido cosquilleo recorrió mi cuerpo.

Sobresaltada, miré hacia arriba. Justin se dirigía hacia mí. Me atreví a echar un vistazo sobre los otros chicos de la clase. Todos los ojos se posaban en él. Las chicas se reían y susurraban. Esto tenía que ser algún tipo de sueño de locos. Él se sentó detrás de mí y luché contra el impulso de temblar por la cálida sensación que su cercanía parecía estar causándome. Esto no había ocurrido antes.

—No creo que nos hayamos conocido. Soy Justin Bieber. —Su familiar y suave acento no sonaba como si estuviera soñando.

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